MALINCHE // MALINCHES

La Malinche es un personaje, una mujer, un “algo” en nuestro inconsciente colectivo que no se alcanza a comprender, o que difícilmente puede entenderse o interpretarse. Al pensar en ella, en “Malinche”, surge irremediablemente la pregunta: ¿quiénes somos?.


¿Somos hijos de la chingada? ¿Somos como se dice, hijos de la traición, de la ambición, de la mala lengua? Malinche, Malinalli, Señora Marina. Amante, concubina, esclava, la criada. Madre, mujer, india.


Toda intención de explicar lo mexicano está íntimamente ligada a ella, que es historia, mito, leyenda, suposición, chisme, intuición, quimera. La Malinche es muchas mujeres, es muchas cosas. Es nuestro país y también es el otro, la dualidad y la herencia.

Chely Lima
El Nuevo Herald l 07.25.2012.
Malinche/Malinches no es una pieza más acerca de ese personaje que se llamara Malinalli, cuyo nombre acabó por ser sinónimo de traición y sometimiento a los conquistadores del Nuevo Mundo. En realidad, usando a la Malinche como punto de partida, el grupo mexicano La Máquina de Teatro, invitado a participar en el XXVII Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami, trajo consigo una visión contemporánea de la problemática de la mujer, en tanto brindó una muestra admirable de teatro inteligente, incisivo y lleno de poesía, bajo la dirección de Juliana Faesler y con la producción de Alejandro Camacho Márquez. La obra da cierre a una Trilogía MexicanaNezahualcóyotl y Moctezuma II son los otros dos títulos que la conforman– en la que se escudriña el pasado nacional con la voluntad de desentrañar el presente.
Yendo hacia atrás y hacia delante en el tiempo, las microhistorias que componen el mosaico teatral intentan desglosar las crónicas no escritas de vidas anónimas, actualizando en algunos momentos las anécdotas históricas con una buena dosis de humor no exento de amargura.
La forma misma en que se facturó Malinche/Malinches es experimental; a partir de historias de la vida real que les contaron muchas mujeres vía correo electrónico, los actores y la directora seleccionaron 40 de ellas y las usaron para dar cuerpo a la obra. Sobre esa base, Juliana Faesler, a quien también se debe el diseño de escenografía y de iluminación, concibió una puesta dinámica e imaginativa, en la que una dramaturgia atípica se sostiene por la fuerza de la lírica interna, el sabor cáustico de los planteamientos y las excelentes actuaciones de Natyelli Flores, Clarissa Malheiros, Roldán Ramírez Gutiérrez, Diana Fidelia y la misma Faesler.
Las cuatro actrices y el actor se mueven a sus anchas dentro de personajes femeninos o masculinos, intercambiando a ratos sus géneros, y modifican su aspecto a partir del uso creativo de los elementos del vestuario –grises trajes masculinos con chaleco y corbata, o túnicas del color de la tierra– sobre los cuales destaca un maquillaje en extremo sobrio, que evoca elementos de la cultura precolombina a partir del dibujo facial.
Para decirlo en pocas palabras: Malinche/Malinches resultó un admirable ejemplo de lo que puede conseguirse en escena cuando se conjugan felizmente rigor y creatividad.